se fue a la marcha

Betssy Chávez, atrincherada en la embajada de México

Publicado: hace 2 horas

Betssy Chávez, es una abogada con vagas ideas socialistas, igual que Dina Boluarte, que enganchó con la cúpula de Perú Libre para representarlos en nombre de su región Tacna y ver, a lo mucho, si ganaba una curul. Ya conocía el Congreso, pues había trabajado en el despacho del izquierdista Jorge Castro y en el de la tercera vicepresidencia cuando la ostentó la fujimorista Yeni Vilcatoma.

Las fijaciones de Betssy no están asociadas a la ideología. Su floro ha estado puesto en defensa del poder propio y el de Pedro Castillo; antes que de un ideario comunista. En el 2021 no hizo ‘click’ con el hiperideologizado Vladimir Cerrón sino con el manipulable Pedro Castillo. Mandó al diablo a su bancada y se convirtió en vocera oficiosa de Pedro.

Betssy fue -según contadas crónicas- la principal instigadora para que Castillo se deshiciera del entonces perulibrista Guido Bellido y lo reemplazara por Mirtha Vásquez en la PCM. En el cambio de gabinete, se colocó ella misma un fajín. Primero fue ministra de Cultura, luego de Trabajo. No se radicalizó de izquierda; se aburguesó y enervó su vena totalitaria. Su paso por el Ejecutivo no estuvo exento de la polémica y de gestos que no fueron bien visto al interior de su propio equipo.

Luego fue presidente de la PCM en el último tramo y ayudó a Pedro Castillo a concebir un golpe que era, a la vez, una manera de salir del bolondrón en el que estaba metida, una forma desesperada de descender de la montaña rusa subiéndose a otra. Nadie olvida, fue el 7 de diciembre de 2022 cuando todos vimos a un presidente tembloroso, con la mirada perdida y un papel en la mano, anunciando el fin del orden democrático. No es pecar de exagerado, Betssy colaboró, según abrumadores indicios, con el golpe de Estado más sonso de los últimos tiempos. Fue, literalmente, productora ejecutiva del mensaje golpista de Pedro Castillo, convocando y coordinando al equipo que lo trasmitió.

Betssy, cuando vio con Pedro que todo había fracasado luego del mensaje golpista, también se dirigió hacia la embajada de México, según testimonios de su entorno. La ruta fue abortada cuando se enteró de que Pedro había sido detenido. Ella niega haberse querido asilar en aquella ocasión, pero finalmente lo ha hecho. Ahora lo podemos ver más claro, ya logró atrincherarse en la embajada mexicana, donde busca empezar una nueva vida, una vida cómoda y segura tras la aventura fatal del poder. Esto se debe, en parte, a varias negligencias, desde la fiscalía, que se tardó en renovar el pedido de prisión preventiva, hasta la policía, que no logró prever –ni neutralizar– lo que era una fuga anunciada.

Desde el 7 de diciembre del 2022, Betssy Chávez y sus cómplices vienen burlándose de las instituciones peruanas; en lugar de arrepentirse, han continuado confrontando, denunciando una persecución política que no existe, negando lo que todo el Perú vio por televisión y tratando de eludir la mano de la justicia.

Si Betssy Chávez hoy se encuentra asilada en la embajada mexicana, se debe, en parte, a varias negligencias, por lo que la sugerencia que hoy hace en su editorial el Diario El Comercio es muy atinada y debe implemetarse. “Primero, el Poder Judicial le dé celeridad al juicio por el golpe, que ya está en su etapa final. En paralelo, el Congreso tiene la obligación de votar la acusación constitucional contra ella por haber infringido –o, para ser más precisos, pisoteado– la Constitución, y que desembocaría en su inhabilitación. Por último, el Ejecutivo tiene también una responsabilidad mayúscula, debe analizar todas las opciones para negarle el salvoconducto, siempre dentro de las reglas y el respeto de los tratados internacionales”.

Mientras tanto el suspenso sobre el salvoconducto continuará. México merece la duda y la espera. En los últimos años ha abusado del asilo como una herramienta para injerir y acosar a países de la región, destruyendo su sentido humanitario. La institución del asilo, según la Convención de Caracas, fue diseñada para proteger a perseguidos políticos en contextos autoritarios, y no para amparar a quienes enfrentan juicios en democracias. México, a Evo Morales lo acogió y le permitió hacer activismo contra varios gobiernos; algo inaceptable desde cualquier punto de vista multilateral. Ahora, quieren hacer lo mismo, el congresista Roberto Sánchez (Juntos por el Perú), busca llevarla en su lista al Senado a Betssy; está clarísimo, quieren asilo no solo por impunidad sino para hacer política.


Escrito por

WILLY ALVA ARCE

Abogado


Publicado en