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¿Estamos en guerra contra un enemigo invisible?

Hemos transitado de la negación, de decir: “qué exagerado, esta es solo una gripe”, a la preocupación total, “estamos en guerra contra un enemigo invisible”. La pandemia no es guerra y la Covid-19 tampoco es nuestro enemigo. Más bien, el gran dilema es, qué hacemos con nosotros mismos.

Willy Alva Arce

Publicado: 2020-08-23


Cuando la expansión de la Covid-19 se hacía incontenible, el presidente Enmanuel Macron anunció en su país, Francia: "Estamos en guerra contra un enemigo invisible" (Diario El País, 16-03-2020), igual metáfora fue pronunciado por otros líderes mundiales como Pedro Sánchez, Boris Johnson y Donald Trump y así se fue repitiendo por todos los confines de la tierra. En el Perú, el presidente Vizcarra, también lo viene usando. Recurrir a esta retórica de la guerra es frecuente, es usual; pero en verdad ¿Estamos en guerra? ¿Existe un enemigo invisible? Concebir esta paradoja es inquietante, es una cuestión que no debiéramos pasar por alto.

Equiparar “guerra” con “pandemia” tiene un propósito y es impactar a la población para que los jefes de Estado adopten medidas extraordinarias a contracorriente en sus respectivos países, con dos claros objetivos: a) Sanitario: asegurar medidas de confinamiento obligatorias, y b) Político clásico: tratar de establecer una forma de unidad nacional detrás del Presidente. Al respecto, Leila Nachawati, sostiene que estos enfoques militares o belicistas siempre se implementan con un elemento fundamental: el miedo, porque saben que el miedo nos hace refugiarnos en un poder absoluto e incuestionable, de quienes dan las órdenes y que más de las veces lo hacen sin criterios de necesidad o proporcionalidad.

En efecto, ningún Estado, ningún grupo armado ha declarado la guerra a otro. Ni Perú ha declarado la guerra (art. 118 inc. 16 de la Constitución) a otro Estado. La Covid-19 no se propaga por el fuego de sus tanques ni por el poder de sus fuerzas armadas, sino por medidas inadecuadas, insuficientes o tardías de los poderes públicos. Entonces, las palabras por su propio significado, digámoslo de una vez: no estamos en guerra. Estamos en una pandemia.

No somos soldados, somos ciudadanos. Eso es suficiente, y totalmente diferente, tanto así que la pandemia a la que nos enfrentamos requiere más bien medidas opuestas de las que se toman en tiempos de guerra. Es verdad, que la pandemia históricamente no tiene precedentes ni experiencia comparable, no se parece a una crisis financiera ni siquiera a una crisis de exceso de producción, pero tampoco tiene semejanzas a una guerra porque no tiene nada que ver con una referencia bélica, la guerra es un mal con intencionalidad y premeditación. Ya muchos lo han advertido, es peligroso utilizar esta metáfora porque se trata de una imagen políticamente inflamable, donde las democracias pueden terminar más dañadas, por una simple razón -el lenguaje atraviesa pantallas y dispositivos y no hay aislamiento que los libre.

Asimismo, la Covid-19 no es un "enemigo invisible". Es un virus. Un virus que se propaga dentro de una población no inmune, llevada por muchos de nosotros y que se disemina de acuerdo a la intensidad de nuestras relaciones sociales. Es altamente contagioso, se propaga rápidamente y puede tener terribles consecuencias si no se controla. Pero es un virus. No un ejército. No se declara la guerra a un virus: se conoce, se trata de controlar su velocidad de propagación, se establece su serología, se trata de investigar el antiviral y de ser posible descubrir una vacuna. Y mientras tanto, protegemos y cuidamos a los que se van a enfermar. En resumen, aprendemos a vivir con el virus.

Hibai Arbide Aza, lo dijo: “El problema no es qué hacemos con los virus, sino qué hacemos con nosotros mismos”, porque nuestro cuerpo contiene una enorme cantidad de restos de retrovirus endógenos (nada menos que el 8% del genoma humano consiste en antiguos retrovirus) y porque nuestra primera línea de defensa contra los agentes patógenos, funciona de manera coordinada gracias a fragmentos de antiguos virus insertados en posiciones clave de nuestro genoma.

Todo esto explica que los virus son nuestros compañeros de planeta y que hemos llegado a ser coevolutivos, tanto así si pensamos en el coronavirus en particular, los biólogos moleculares y las bioquímicas saben que son, en potencia, un aliado importante frente a otros virus para inmunizar y hasta para crear vacunas.

Entonces, el problema no son los virus: el problema es un sistema socioeconómico expansivo que reduce cada vez más el espacio ecológico de los seres silvestres, favoreciendo los saltos de microbios entre especies que pueden desencadenar epidemias. El problema, también, son las dietas cárnicas y hábitos culinarios que favorecen la zoonosis. Es la destrucción de la naturaleza, en muchos casos, la que causa las enfermedades infecciosas. En conclusión, si los virus son nuestros acompañantes en la tierra y somos coevolutivos no pueden ser nuestros enemigos, nos necesitamos.

Hemos transitado de la negación, de decir: “qué exagerado, esta es solo una gripe”, a la preocupación total, “estamos en guerra contra un enemigo invisible”. Ni lo uno ni lo otro, seamos sensatos, no más ingenuidad, nada de retórica ni metáfora belicista, nada de arengas guerreras, ni odios ni rencores nacionalistas y patrioteros; la pandemia no es guerra y la Covid-19 tampoco es nuestro enemigo. Más bien, el gran dilema es, qué hacemos con nosotros mismos.

Finalmente, si a la mayoría de los jefes de Estado les gusta utilizar la metáfora “guerra” por qué no se atreven a aplicar un "impuesto a las ganancias extraordinarias" de las empresas, inspirada en un gravamen que se aplicó durante la Primera y Segunda Guerra Mundial; allí tenemos a las grandes farmacéuticas y a las firmas tecnológicas, entre muchas otras compañías, cuya rentabilidad se han disparado desde que el coronavirus se propagó por el mundo. Será posible? Por coherencia, los líderes mundiales deben de dar el ejemplo para que la aplicación del impuesto tenga una réplica en todas las naciones.


Escrito por

WILLY ALVA ARCE

Abogado


Publicado en

Willy Alva Arce

Convicción